En este artículo continuamos con las psicotrampas de pensamiento, las primeras de las cuales ya fueron abordadas en un artículo anterior.
Aunque algunos estudios puedan indicar una correlación entre felicidad y bienestar, por una parte, y la puesta en práctica del pensamiento positivo por otra, son mucho más numerosas las demostraciones de que el hundimiento de las ilusiones suscita profundos desengaños que a menudo conducen a formas de depresión patológica. Además, cuanto grandes son las expectativas, más devastador es el efecto de la desilusión cuando estas no se realizan.
Pero, como los investigadores saben muy bien, el mecanismo de la profecía autocumplida funciona muchos más en sentido negativo que en positivo, y los efectos positivos son posibles sólo cuando el mecanismo de autoengaño es inconsciente. Cuando el efecto es voluntario se obtiene un efecto paradójico.
Por ejemplo, si estoy triste y me esfuerzo por pensar en positivo, termino deprimiéndome todavía más; si tengo miedo e intento pensar de forma optimista, me asusto más aún.
Si la premisa es errónea, mediante un razonamiento correcto por ser coherente, puedo llegar a resultados desastrosos. Para un sujeto peligrosamente paranoico, el hecho de tener que defenderse de los demás hasta el punto de cometer crímenes atroces no sólo es razonable, sino perfectamente coherente con sus convicciones, y por lo tanto es legítimo.
Cuando la coherencia pasa de ser un instrumento útil de la lógica a una forma de defensa de nuestras ideas y nuestros principios para transformarse en un procedimiento dogmático, nos vuelve rígidos e incapaces de adaptarnos de modo flexible a los cambios de la realidad.
Entre los errores de voloración, el más humano, es decir, el de sobrevalorar a las personanas que amamos, como los hijos, la pareja o los amigos es, sin duda, el más extendido. Sin embargo, su opuesto se tiene menos en cuenta, quizá por ser menos útil a pesar de ser aún más frecuente: infravalorar a quien no nos gusta y a quien rechazamos.
Estos efectos aplicados a nosotros mismos tienen efectos todavía más graves.
Psicotrampas. Giorgio Nardone. 2013